12/12/2024
Nasser Kandil
• Parece ser que ahora Turquía es el mayor beneficiarios de los movimientos en Siria. Ha asegurado un proyecto que persiguió implacablemente por más de una década, arriesgando alianzas económicas, políticas y militares, en el camino. En 2015,Turquía derribó un jet Ruso sobre Siria que llevó sus lazos con Moscú al borde de la guerra, y la OTAN -una alianza clave para Turquía- no ofreció su apoyo. Más tarde, Turquía enfureció a Estados Unidos al estrechar relaciones con Rusia después del Acuerdo de Astana, apareciendo a veces como parte del Eje Rusia-Irán. Ahora, Turquía ha vuelto a girar hacia Estados Unidos, tensando sus lazos con Moscú y Teherán, pero emergiendo como el principal patrocinador de la reconstrucción política, económica y militar de Siria. Siria ofrece a Turquía una puerta de entrada sin precedentes a la influencia regional, pero ¿puede Ankara cantar victoria después de tanto riesgo?
• El Líder Supremo de Irán, Ali Khamenei, criticó implícitamente a Turquía sin llegar a mencionarlo, acusando al “Estado vecino” de coludirse con Washington y Tel Aviv en una conspiración para atacar Siria y el Eje de la Resistencia liderado por Irán. El intelectual político Ruso Alexander Dugin, cercano al Kremlin, ha señalado un inminente ajuste de cuentas con Turquía, responsabilizándola de traicionar a sus aliados Rusos e Iraníes. Los últimos discursos del Presidente Turco Recep Tayyip Erdogan se abstienen notoriamente de mencionar a estas dos naciones, que hasta hace poco eran socios fundamentales.
• Económicamente, los lazos de Turquía con Rusia e Irán están basados en intereses mutuos. Moscú y Teherán le han garantizado a Ankara términos preferenciales, especialmente en el precio de la energía y el pago de infraestructura, ayudando a Turquía ya sea en crisis económicas, crisis que el propio Erdogan admitió fueron clave en la decadente influencia de su partido durante las últimas elecciones parlamentarias. Un vacío de esta magnitud ciertamente conduciría a lo que podría describirse como un divorcio político. Aunque se hagan esfuerzos para proteger los intereses económicos de las consecuencias políticas, los incentivos políticos que sustentan estas ventajas desaparecerán inevitablemente.
• El reacomodamiento de Turquía en cuanto a su geografía política, se produce en un momento de incertidumbre global, donde ya no es posible hablar de un equilibrio de poder internacional estable. Estados Unidos ve cada vez más limitada su capacidad para librar guerras a pesar de su superioridad tecnológica y de inteligencia, enfrentándose a una feroz competencia Rusa en Europa que se extiende más allá de Ucrania, y a un desafío Iraní en la región que no puede subestimarse y que desafía la resolución militar. Una guerra involucrando los suministros mundiales de petróleo, las bases Estadounidenses y las rutas marítimas estratégicas, desencadenaría casi con toda seguridad el colapso económico. Para Rusia e Irán, replegarse detrás de sus fronteras y retirarse del conflicto Sirio, dadas las condiciones que impiden su victoria, puede reforzar su capacidad de defensa.
• Desde un punto de vista realista, el posicionamiento de Turquía se produce en un momento de ambigüedad estadounidense respecto a las ecuaciones regionales, especialmente en lo que se refiere al futuro de las relaciones con los grupos armados Kurdos. Para Turquía, la estabilidad en Siria no sería alcanzable sin resolver el estatus de sus Fuerzas y asegurar su control sobre una parte del territorio Sirio. Parece que la estrategia de Washington gira en torno a dos prioridades establecidas: restaurar cierta apariencia de fortaleza “Israelí” tras los reveses sufridos en Gaza y Líbano, y negociar con Irán desde una posición de fuerza como alternativa a una costosa guerra. Para Estados Unidos, las fuerzas Kurdas del noreste de Siria son fundamentales para estos objetivos, por encima de la necesidad de aplacar a Turquía. El apoyo Estadounidense e “Israelí” a la autonomía Kurda es claro, desde el discurso “Israelí” sobre las franjas norte y sur, hasta las visitas militares Estadounidenses de alto nivel a los territorios controlados por los Kurdos, así como las declaraciones de apoyo del Secretario de Defensa Estadounidense.
• Si Turquía no logra unificar Siria bajo su control, se enfrentará a repercusiones internas y regionales. Los problemas Kurdos resurgirían como un reto importante y Siria podría convertirse en una carga económica y de seguridad. Turquía, como supuesto patrocinador de una nueva Siria, se enfrentaría a diario a la vergüenza de los continuos ataques aéreos “Israelíes”, que socavan su posición. ¿Cómo gestionará Ankara estas decepciones, especialmente si las relaciones con Irán y Rusia se deterioran aún más?
Las maniobras de alto riesgo de Turquía en Siria han supuesto una ventaja momentánea, pero su posición a largo plazo sigue siendo precaria. Que la táctica de Ankara acabe dando sus frutos dependerá de su capacidad para sortear estos crecientes desafíos.