9/12/2024
Nasser Kandil
• Con el anuncio Ruso de otorgar asilo político al ex presidente Sirio, Doctor Bashar al-Assad, y la difusión de su imagen en Moscú junto con las declaraciones de su renuncia como parte de un acuerdo, surgen preguntas importantes. Este supuesto acuerdo entregaría Siria a un régimen centrado en la oposición armada, encabezada por Hay’at Tahrir al-Sham, para prevenir la fragmentación en Siria y una interminable guerra civil. Junto a señales de Rusia e Irán que sugieren apertura a este nuevo acuerdo de régimen de gobierno, se debe preguntar si los cambios representan un mayor acuerdo internacional-regional en Siria y la región.
Esto podría verse como un acuerdo forjado al borde del colapso, lo que refleja una posición de debilidad tanto de Irán como de Rusia. Sin embargo, no parece ser un acuerdo equilibrado. Evidentemente, Irán y Hezbolá ya no se encuentran en Siria, y el camino de Irán para apoyar la resistencia en Líbano ha sido truncado. Adicionalmente, la entrega a un modelo híbrido de gobierno en un país geopolíticamente sensible como Siria depende del balance de poder que conforme el nuevo gobierno, y las garantías Turcas no son suficientes. Este acuerdo impulsado por la necesidad, es una forma derrota, aunque con mínimas pérdidas.
Mientras la oposición armada, particularmente Jabhat al-Nusra, no ha logrado una victoria significativa, la coalición que respalda a Assad ha sido derrotada. Su derrocamiento no es más que parte de una derrota más amplia. Una clara muestra de esto es la decisión de Benjamin Netanyahu de desplegar fuerzas para apoderarse del Monte Hermón, una ambición Israelí de hace tiempo. No obstante, las razones sobre la retirada militar de Siria y sus repliegues en cascada cuando las fuerzas de la oposición avanzaron en las grandes ciudades permanecen inciertas. Esto era evidente en Aleppo y Hama pero se hizo aún más claro durante lo que parecía una entrega deliberada en Homs y más tarde en Damasco
• El rol de los actores externos -Rusos, Estadounidenses o del Golfo- permanece ambiguo, como la potencial complicidad de Assad en estas decisiones. Como sea, estos detalles pertenecen al pasado. El presente es confuso, y el futuro, incierto. Lo que es claro es que el Presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ha pedido a Hay’at Tahrir al-Sham que obtenga la aprobación Israelí para eliminar su designación como terrorista y facilitar su ascenso al poder, incluyendo potencialmente, el levantamiento de sanciones a Siria. También es evidente que la agenda Israelí va más allá de cortar el acceso Iraní al Líbano y expulsar a Irán de Siria. Alberga ambiciones más amplias para moldear el futuro gobierno de Siria. Declaraciones públicas de oficiales Israelíes enfatizan su interés en proteger a lo que denominan “distintivos Drusos y Kurdos”, junto a objetivos abiertamente expansionistas, incluyendo la anterior anexión de los Altos del Golán. ¿Puede el nuevo gobierno sirio resistir las tentaciones Estadounidenses condicionadas a la aprobación Israelí y, al mismo tiempo, contrarrestar la agresión Israelí contra Siria?
• A esto, se suma el apoyo Israelí y Estadounidense a la autonomía Kurda, que choca con temores profundamente arraigados de un enclave Kurdo amenazando su integridad territorial. Esto plantea una doble preocupación: uno, la potencial fragmentación Siria, y otra, la intromisión Turca en los asuntos Sirios. Turquía, a diferencia de la lejana Rusia o Irán, comparte 900 kilómetros de frontera con Siria y están mezclados demográficamente. Habiendo anexado Liwa’Aliskenderum décadas atrás, líderes Turcos han expresado su deseo de reclamar Aleppo como parte de la Turquía histórica. ¿Podrá el nuevo gobierno Sirio enfrentar estos retos mientras se vea limitado por la tríada Estadounidense-Israelí-Turca?
• Además, los Estados Árabes siguen cautelosos. Lo principal es gestionar la relación entre las facciones armadas unidas únicmente por su oposición al Presidente Bashar al-Assas. Con el enemigo fuera, la carrera por el poder podría resultar en un conflicto armado. También se levantan dudas sobre mantener la coherencia con el mensaje de tolerancia expresado por el líder de Hay’at Tahrir al-Sham.
Las responsabilidades de gobernanza demandan preservar la infraestructura del Estado, particularmente la militar, evitando los peligros de la disolución de Irak bajo Paul Bremer, que dejaron el país sin ejército o un Estado funcional. Un rayo de esperanza radica en la designación de un Primer Ministro Interino que supervise la continuidad de las instituciones del Estado.
• El terremoto en el Nuevo Medio Oriente ha comenzado, y cualquier acuerdo sólo puede actuar como un freno provisional a sus peligros. Pero, ¿podrá soportar las presiones internas, regionales e internacionales que imponen estos retos?