19/12/2024
Nasser Kandil
• Las provocaciones Israelíes siguen escalando, tanto en tamaño como en intensidad, violando flagrantemente todas las nociones de soberanía y dignidad nacional. Estas violaciones, rozando ahora los cientos, desde asesinatos a sangre fría con drones hasta la destrucción de casas y mezquitas, e incursiones en áreas que incluso durante la guerra las tropas de la ocupación no se habían aventurado. Muy recientemente, se ha visto a colonos montando tiendas y cantando himnos talmúdicos en suelo Libanés, una flagrante afrenta que ha suscitado la indignación generalizada. A la luz de esta agresión, algunos se preguntan a qué espera la resistencia para responder, insinuando que puede que ahora tema la confrontación, actuando como si hubiera sido disuadida o derrotada tras la guerra.
• En medio de estas provocadoras demandas, que a menudo se acercan a la extorsión, es necesario pensárselo bien antes de pedir a la resistencia que tome represalias. Muchos de estos llamados provienen de sectores más interesados en ganar puntos políticos contra la resistencia que en defender su causa.Si la resistencia respondiera y desencadenara otra ronda de enfrentamientos, estas mismas voces la acusarían de arrastrar al Líbano a la guerra, alegando que las intervenciones internacionales y la presión diplomática podrían haber conseguido de otro modo frenar las violaciones israelíes.
• En esta coyuntura, la resistencia tiene la tarea de enfrentarse a quienes sostienen que la supervisión franco-estadounidense del acuerdo de alto el fuego garantiza la protección frente a la agresión israelí. Deben organizarse manifestaciones populares desde las aldeas atacadas para amplificar estas demandas, dirigidas a las oficinas del gobierno y a todas las reuniones del comité de supervisión del alto el fuego. Se debe presionar al gobierno libanés para que explique por qué todavía no ha ordenado al Ejército Libanés que haga frente a estas violaciones. Muchos de los que abogan contra la resistencia afirman que el doble marco del Ejército y la FPNUL, bajo los auspicios estadounidenses, es suficiente para disuadir la agresión israelí.
• La resistencia debe actuar con paciencia y moderación, preparando sus respuestas pero sin precipitarse. Si cesan las violaciones, se habrá alcanzado el objetivo. Si no es así, y la opinión pública, junto con el impulso político, se unen para proporcionar el mandato y la cobertura necesarios, la resistencia estará preparada para tomar la iniciativa con una respuesta decisiva y dolorosa, y no con un simple disparo de advertencia. Llegado el momento, la respuesta debe dirigirse contra las fuerzas que se inmiscuyan en territorio libanés a través de múltiples frentes simultáneamente. Antes de actuar, la resistencia debe lanzar advertencias claras de que cualquier respuesta infligirá daños significativos y no se detendrá en meras medidas cautelares. En ese momento, la ocupación debe elegir: adherirse al acuerdo o abandonarlo por completo.
• Los que han defendido sin descanso estrategias defensivas que excluyen a la resistencia deben presentar ahora sus soluciones. Esta es la verdadera prueba de una estrategia defensiva, que se desarrolla sobre el terreno.Hasta ahora, los resultados hablan por sí solos: sin la resistencia, la ocupación actúa con impunidad, sin oposición. El ejército Libanés carece de capacidad para hacer frente a estas agresiones, y los llamados garantes internacionales no poseen ni la voluntad ni los medios para frenar la ocupación. Estos hechos subrayan que el único medio viable de defensa del Líbano es la resistencia. Si alguien tiene una alternativa, que la demuestre en la práctica -ahora, no después- o que permanezca callado para siempre. Esta es la ecuación que debe articularse en voz alta y clara hasta que resuene en todos los oídos. El debate sobre la estrategia de Líbano sigue en curso, desarrollándose a diario en las fronteras del sur y en las localidades bajo agresión constante. Los drones de la ocupación recorren libremente los cielos Libaneses, haciendo caso omiso del derecho internacional y de cualquier noción de soberanía Libanesa. Si la diplomacia, las relaciones internacionales, los marcos legales y un ejército mal equipado son la estrategia propuesta, dejemos que sus defensores demuestren su eficacia ahora, no mañana.