18/01/2025
Nasser Kandil
• Para aquellos que promueven la teoría de una victoria Sionista sobre las fuerzas de la resistencia en la guerra “Inundación Al-Aqsa”, basándose únicamente en la magnitud de las pérdidas sufridas por la resistencia -especialmente en Gaza y Líbano- y por los pueblos palestino y libanés, sobre todo en el entorno de apoyo de la resistencia. La atención debe centrarse en las ganancias y pérdidas del proyecto sionista a través de sus flujos y reflujos históricos, reconociendo que el proyecto de resistencia no es una empresa independiente, sino más bien un contraproyecto destinado a enfrentarse al sionismo. La medida del progreso o retroceso de la resistencia no son los costes de los enfrentamientos que libra, sino su éxito o fracaso a la hora de desmantelar los componentes fundamentales y estructurales del proyecto sionista.
• Desde el establecimiento de la entidad ocupante, el proyecto sionista se ha basado en mantener una trayectoria ascendente en dos frentes: militarmente -la capacidad de ocupar más territorio e imponer en él la voluntad sionista- y demográficamente -atraer a más colonos mediante promesas de seguridad y prosperidad, al tiempo que se desplaza por la fuerza a la población autóctona para ampliar las zonas de asentamiento y asegurarse el dominio demográfico-. Este dominio permite enmarcar la entidad como un “Estado democrático pero judío”.
• Militarmente, la ocupación de Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este en 1967 marcó la última gran expansión territorial. A ello se sumaron amplios proyectos de asentamientos, sobre todo en Cisjordania. Sin embargo, la retirada Israelí del sur de Líbano en 2000 y de Gaza en 2005, incluyendo el desmantelamiento de los asentamientos, señaló un creciente defecto en el proyecto Sionista – tanto en retener los territorios ocupados como en garantizar la seguridad de los colonos.
• La guerra “Inundación de Al-Aqsa” reabrió todas las batallas aplazadas. Al igual que la entidad fracasó en su intento de reocupar partes del sur de Líbano, que culminó con un acuerdo por el que se comprometía a retirarse completamente de todos los territorios ocupados de Líbano, incluidos aquellos de los que no se había retirado tras firmar la Resolución 1701 en 2006, también firmó un acuerdo para una retirada completa de Gaza, parte integral de Palestina y de sus territorios nacionales. El fracaso del Proyecto de los Generales en el norte de Gaza, que pretendía ser precursor de la reintroducción de asentamientos, subraya la incapacidad de revertir los efectos de las retiradas de 2000 y 2005. Los acuerdos alcanzados tanto en Líbano como en Gaza reafirmaron el retroceso de la entidad a las realidades de aquellos años.
• La prueba estratégica más crítica de esta guerra fue el proyecto de transferencia -desplazamiento forzoso de palestinos-, en el que Gaza era la pieza central. El objetivo era desplazar a dos millones de Palestinos, alterando así el equilibrio demográfico en favor de una mayoría Judía. Dado que la inmigración Judía a Palestina ya no suministra los recursos humanos necesarios, el dominio demográfico depende de la reducción de la población Palestina. El éxito en Gaza pretendía servir de modelo para obligar a los Palestinos de Cisjordania a emigrar a Jordania y, con el tiempo, desplazar a los Palestinos de los territorios ocupados en 1948 al Líbano. El fracaso del proyecto en Gaza significa su colapso como apuesta histórica.
• Es poco probable que lo ocurrido en esta guerra se repita en guerras futuras, suponiendo que la entidad pueda siquiera lanzar otra guerra. La magnitud de las atrocidades que se ajustan a la definición de genocidio, unida a los planes explícitos de desplazamiento, revela el respaldo Occidental, especialmente Estadounidense, al proyecto de transferencia. Sin embargo, el final de la guerra, con los Palestinos aún en Gaza, ha hecho que cualquier futuro intento de transferencia en otras regiones Palestinas se vea limitado por el precedente de Gaza. Gaza, concebida como ejemplo de desplazamiento, se ha convertido en símbolo de la resistencia Palestina y del fracaso de la migración forzosa.
Con el proyecto de transferencia frustrado, la entidad se enfrenta a un dilema existencial: elegir entre ser un Estado democrático pero no judío o un Estado judío pero no democrático. Ambas opciones auguran luchas internas que podrían culminar en una guerra civil dentro de la entidad. Otra posibilidad es que la visión del Estado judío sobreviva a través de un gobierno separatista en los asentamientos de Cisjordania. En cualquier escenario, el fracaso del proyecto de transferencia es un acontecimiento histórico que expone realidades innegables y enfrenta a la entidad a una crisis que ningún dirigente puede resolver.
• La elección ya no es entre el «Gran Israel», el «Poderoso Israel» o el «Gran Israel», sino entre el “Israel Reducido” y el camino hacia el declive, ya sea a través de una guerra civil o de un gobierno separatista. El proyecto de resistencia ha logrado desmantelar dos pilares fundamentales del proyecto sionista: la capacidad de ocupar y la capacidad de desplazar.